miércoles, 2 de octubre de 2013

Una actividad de riesgo: el trasvase

Ayer realizé el trasvase de la cerveza de un fermentador a otro, dejando así las impurezas y restos del mosto en el primero. Hice dicho proceso porque así venía recomendado en las instrucciones del kit de malta que compré.
El objetivo del trasvase es reducir la turbiedad de la bebida y clarificarla, dejando aparte precipitados y restos del grano. Pero esto alberga un cierto riesgo. El principal es que al abrir el contenedor puedes contaminar el mosto, por lo tanto hay que extremar la higiene. Por otro lado se puede producir una parada en el proceso de fermentación ya que también eliminas levaduras. De hecho, en las anteriores cervezas que hice no realicé el trasvase hasta el día del embotellado.
Cuando abres un contenedor que lleva varios días fermentando no diría que el olor que se percibe puede hacerte recordar  aromas exóticos, que te embriagarán trasladándote a un universo de sensaciones mágicas. No. Un fermentador recién abierto huele a RAYOS. Por lo tanto no hay que asustarse por la bofetada de alcohol concentrado que te da en la cara cuando lo haces por primera vez. Eso tan asqueroso después se refinará en una estupenda cerveza espumosa y fresquita.
Os dejo un vídeo de cómo fue el proceso. ¡Ya queda poco para el embotellado!
















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