domingo, 6 de octubre de 2013

Embotellando hasta el infinito y más allá.

El viernes tocaba embotellar. Es una tarea ardua y aburrida. Lo primero es lavar a conciencia cada envase. Para ello usaremos lavavajillas y un cepillo especial para eliminar cualquier resto que haya en la botella. Hay que tener en cuenta que hay que usar cascos retornables o botellas de cerveza de elaboración tradicional. Su cristal tiene un espesor capaz de soportar la presión que después se generará en el interior  y evitarán que hagan... ¡¡¡BOOOM!!!

Por si no bastara, después hay que desinfectarlas. No basta con el lavavajillas. Hay que utilizar productos químicos desinfectantes para recipientes alimenticios (suelen venir incluidos en los kits para cervezas).
Una vez todo limpio y desinfectado más que un laboratorio de armas químicas, comienza el embotellado.


Primero añadiremos unos 140 gramos de azúcar máximo diluido en un vaso de agua en forma de almíbar. Removemos un poco. Para iniciar el embotellado utilizaremos el tubo rígido embotellador, el cual, gracias a su válvula, permite llenar cada botella lentamente sin generar espuma. El nivel debe llegar hasta el cuello de la botella.
Y por último, colocar las chapas con un cierra botellas (las chapas también deben estar desinfectadas).
Después de todo esto, se almacenan las botellas en posición vertical en un lugar oscuro y que no supere los 20 grados durante dos semanas. Al termino de este tiempo la cerveza habrá madurado y generado gas. Al mismo tiempo, restos de sedimentos se habrán precipitado al fondo. Ya podrán ser degustadas, aunque es preferible esperarse unos cuantos meses cuando estas hayan alcanzado su punto álgido de maduración.

Os dejo otro fantástico vídeo en el que muestro el proceso de embotellado.



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